lunes, 7 de mayo de 2007

Pasan algunas cosas raras en el periodismo de hoy

Por Weatherman

Pasan cosas raras en esta Argentina de principios de milenio. Entre las muchas que podríamos mencionar mucho más graves y acuciantes –que las dejamos para después- hoy toca un comentario curioso, casi como una nota de color. Este domingo 6 de mayo de 2007 la publicación denominada Página/12 nos informa de sí misma que en Barcelona le han entregado un premio "a la libertad de expresión", por su "rigor y profesionalidad". Semejante distinción quizá no hubiese sido sorprendente algunos años atrás, cuando el siglo XX no se nos había escurrido aún. Pero en el marco actual, y visto el derrotero del diario, parece casi un gag de South Park. Sería bueno preguntarle a los trabajadores del diario qué opinan sobre el –ejem- rutilante premio.

Pero no a los politicólogos ni columnistas-estrella que operan para una facción pro-gobierno, sino a aquellos trabajadores que estuvieron de contratados hasta el límite y los rajaron antes de tener que pasarlos a planta, aquellos que hacen paros sin que ningún medio lo difunda (mientras sí difunden los paros en Perfil). Ésos, a quienes no les dejaron escribir con críticas al gobierno nacional ni siquiera en situaciones límite, como la operatoria contra Olivera en las elecciones pasadas, o el Borocotazo o la paliza de los amigos de Alberto Fernández a los trabajadores del Hospital Francés. A ésos, ninguna gracia les debe haber causado el premio éste.

Claro, en España poco saben de la vergonzosa trayectoria reciente del diario que mantiene el gobierno. Es curioso, incluso tragicómico, que el premio lo haya recibido Ernesto Tiffenberg, el mismo que ha señalado el extinto economista Julio Nudler como la persona que le censuró una nota porque deslizaba ciertas críticas al "modelo" actual. Queda por realizar una sucinta reflexión. Estos tipos de premios parecen muy difícil de alcanzar cuando lo sueña una persona que piensa al periodismo como una tarea de alto compromiso social y público, un compromiso por la verdad, indistintamente del color político de los gobernantes de turno.

En cambio, y según el grado de genuflexión que muestre la línea editorial de una publicación, estas posibilidades se acercan y acrecientan. Los medios, como plantea el libro de la agencia Lavaca ("El fin del periodismo y otras buenas noticias") no viven de lo que cuentan sino de lo que ocultan. Le llegó el turno a Página/12. No es para menos, los méritos acumulados en estos últimos 4 años son abrumadores.


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