lunes, 2 de abril de 2007

A 25 años del comienzo de la guerra de Malvinas

Por Franco Reed

El 30 de marzo de 1982, luego de la dura represión desatada en la Plaza de Mayo contra la multitud que marchaba en protesta por la situación política y social, la dictadura militar argentina ya sabia que como último recurso para mantener su régimen que se caía a pedazos -a modo de manotazo de ahogado- iba, en un par de días, a invadir las Islas Malvinas para intentar recrear el consenso alrededor de la posible y real recuperación de un territorio, un simbólico despertar nacionalista y aupar la figura patética y criminal de Leopoldo Galtieri.

Así fue como el 2 de abril de ese año se puso en marcha un demencial intento de la dictadura militar argentina de recuperación de las Malvinas por la vía armada, dando comienzo a la guerra con el Imperio Británico -aunque los militares argentinos creían ingenuamente contar con la anuencia de los EE.UU.- para obtener luego una improbable victoria en la mesa de negociaciones internacional. Lamentablemente esta maniobra encontró eco en la población que, soliviantada en su legítimo sentimiento antiimperialista, y en el reverdecer de un supuesto nacionalismo de vieja y antigua data en la Argentina, fue cooptada inmediatamente para apoyar fervorosamente esta irresponsable aventura y hacerla más cómplice aún de los crímenes de la dictadura.

De esta manera, represores, torturadores y asesinos que por medio de la ideología, el miedo y el terror habían tenido el consenso de la mayoría de la población para secuestrar, torturar y asesinar impunemente a 30.000 personas desde 1976 hasta esa fecha, pasaban a convertirse en grandes patriotas, defensores de la causa nacional, para recuperar las Islas Malvinas. Justo en el momento en que su régimen político se resquebrajaba al compás de la aguda crisis económica, en el querer y poder ver y reconocer a sus crímenes como tales por parte de la mayoría de la sociedad y -quizás lo más determinante-, comenzaban la dictadura militar y sus epígonos a perder legitimidad y a hacer agua por todos lados.

Cabe aquí señalar que la reivindicación así planteada por la recuperación de las Islas Malvinas se corresponde con posturas históricas de la derecha nacionalista católica argentina, y no con un genuino reclamo de la clase trabajadora y de la mayoría de la población para enfrentar al imperialismo y al capital. Por eso resultaron pasmosas las posiciones de algunas izquierdas argentinas en aquel momento, supuestamente clasistas e internacionalistas. Ese es un tema aparte, que trataremos en otra nota.

Pero sin dudas lo más doloroso resultó ser no sólo la complicidad inducida de la mayoría de la población con los militares y la violencia, la represión y la matanza por ellos cometida, sino el haber dado el total acuerdo y consentimiento para cometer otro terrible crímen: el filicidio a gran escala, que consistió en mandar a miles de chicos y jóvenes sin experiencia ni recursos a combatir con los experimentados y bien pertrechados soldados ingleses y los temibles gurkas. Los llamados "chicos de la guerra" fueron las principales víctimas de un conflicto que es harto sabido de que forma traumática terminó, y en el cual no existía ni la más remota posibilidad de triunfo.

Los jóvenes combatientes fueron maltratados y humillados por sus propios jefes militares, y cientos de ellos perecieron en la guerra. Más de 400, con secuelas psicológicas y el olvido, el desamparo y la invisibilización de la sociedad al volver, se suicidaron en estas dos décadas y media. Este día, y estas líneas son un homenaje a ellos y a los ex-combatientes sobrevivientes, teniendo en claro desde aquí que quitar de las manos de Gran Bretaña a las Islas Malvinas e integrarlas a otro proyecto de sociedad corresponderá a un gobierno revolucionario de los trabajadores y a una población consciente y convencida de ese objetivo en torno a una perspectiva socialista.

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