jueves, 8 de marzo de 2007

En medio de varias protestas, George W. Bush llegó a Brasil para la primera parte de su gira latinoamericana


Por Milton Dumas

En el medio de fuertes protestas en su contra, el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, llegó esta tarde a Brasil. Se trata del inicio de una gira de siete días, que incluye también a Uruguay, Colombia, Guatemala y México, y con la que busca revertir la imagen de que América Latina "no es uno de los temas prioritarios de su gestión", convencer a la región de que Washington es "un socio confiable" y reforzar el mensaje a favor del libre comercio. Bush aterrizó a las 20.06 al aeropuerto de Guarulhos, en las afueras de San Pablo, casi veinte minutos antes de lo previsto.

Durante la tarde, miles de personas se manifestaron por la principal avenida de San Pablo en una marcha por el Día Internacional de la Mujer que se convirtió en una protesta por la llegada del presidente norteamericano. La marcha convocada por más de medio centenar de organizaciones sociales reunió a unas 30 mil personas, según los organizadores. Al final de la concentración, un enfrentamiento entre manifestantes, que usaron piedras y palos, y policías, que reprimieron con gases lacrimógenos y balas de goma, dejó un saldo de 17 heridos leves y seis detenidos.

El viaje de Bush, precedido por el anuncio de una serie de medidas para la región que incluyó algunas iniciativas nuevas y otras viejas y conocidas, no ha merecido un espacio importante en los principales medios estadounidenses, que coinciden en que la gira está centrada en desacreditar la idea de que el abandono estadounidense fue lo que permitió el crecimiento de la influencia del venezolano Hugo Chávez en la región. Esta semana hubo desde la Casa Blanca, incluyendo al propio Bush, más de un mensaje que intentó minimizar el lugar que tendrá Chávez en la agenda.

Entrevistado por medios de los cinco países que visitará, Bush planteó que lo que hará será "recordar" que su nación es un "socio confiable para la región" y transmitir "un mensaje de libre comercio" (pese a que aceptó que él mismo debe resistir las presiones proteccionistas dentro de Estados Unidos). Ante una pregunta específica, cuestionó el modelo económico del gobierno venezolano. Las reuniones con sus pares latinoamericanos incluyen algunas cuestiones bilaterales de peso, como las negociaciones por los biocombustibles con Brasil, el impulso de los acuerdos comerciales con Uruguay –por el momento, al menos, sin un Tratado de Libre Comercio- o el tema del control migratorio y de bienes en la extensa frontera que comparten su país y México.

De todas formas, el énfasis está puesto a priori en tratar de convencer a los latinoamericanos de que representan una de las prioridades de Washington, algo que el propio Bush había prometido cuando hace más de seis años asumió su primer mandato y mantuvo con el entonces mandatario mexicano Vicente Fox su primera reunión internacional. Pero eso fue antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y de que Washington centrara casi exclusivamente su atención en cuestiones internacionales en Oriente Medio. A menos de dos años de que finalice su gestión y empantanado en Irak, funcionarios de la Casa Blanca aseguraron que éste será el "año del compromiso" de Estados Unidos en Latinoamérica y dieron a entender que podría haber todavía algún otro viaje de George W. Bush a la región antes de abandonar el gobierno.

Durante sus visitas y pese a su intención de mostrarse amistoso y de ganar la simpatía de la región, Bush escuchará casi constantemente un ruido que ya conoce bien: el de las protestas en su contra (a las que hipócritamente calificó de "expresiones de libertad"). Las marchas se realizarán no sólo en los países que visitará sino, también, en otras partes del continente. La más importante será en Buenos Aires, donde mañana justamente Chávez será el principal participante de una convocatoria "contra el imperialismo" a la que convocó, entre otros, Madres de Plaza de Mayo.

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