miércoles, 7 de febrero de 2007

El "baile" a los cadetes de la policía, ¿"excesos" o práctica y formación habitual?

Lo ocurrido el viernes pasado en la Escuela de Cadetes de la Polícia Federal Ramón Falcón (¡qué mejor nombre para ese instituto que el del cruel represor justamente asesinado por el militante anarquista Simón Radowitzky!), conocido masivamente ayer a través de la prensa, muestra una vez más la esencia de la formación y las prácticas que tienen y difunden los integrantes del aparato represivo del Estado. No se trata en absoluto ni de "excesos" como dijo cierto periodismo, ni de un episodio aislado como intentaron sugerir algunos medios. Tampoco se trata de la teoría de que "son unas manzanas podridas que ensucian a la institución".

Por el contrario, son las instituciones represivas del Estado -y no quienes las integran en forma individual- las que tienen estas prácticas cotidianas e imparten esta sádica formación en forma estructural. ¿O acaso alguien duda acerca de que el cada vez más masivo y mal llamado "gatillo fácil" que sufren jóvenes trabajadores y sectores desprotegidos de la poblacíon no son ni una casualidad y menos que menos episodios aislados? No. Son toda una política.

Esto está directamente relacionado con el rol que juegan y la naturaleza que tienen estas instituciones. Están al sevicio de defender a una clase social y a su Estado: la capitalista. Y enfrentar cualquier intento de luchar a fondo por salarios, puestos de trabajo, reinvidicaciones generales o un cambio social radical por parte de la clase trabajadora y todos los que pelean contra el capital y su sistema. Por eso el asesinato a diario de jóvenes pobres y trabajadores por el supuesto "descuido" del gatillo -como denunció la Correpi- no es más que una política preparada para infundir el temor, el terror y amedrentar a aquellos que se quieren rebelar a tanta explotación, opresión e injusticias.

Les enseñan, como en las FF.AA., que se tienen que ir preparando para cuando los jóvenes y la clase trabajadora tomen su futuro en sus manos, osen levantarse contra patrones y burócratas poniendo en peligro sus ganancias y lleguen a provocar -les dicen- "un desorden social". Allí aparece -como nos lo muestra la historia y los hechos muy recientes y cotidianos- la represión, ya no selectiva sino abierta y masiva .

Esta es la real función de las instituciones represivas del Estado. Por eso no son reformables ni se modifica nada "cambiando" o "echando de las fuerzas" a dos o tres "chivos expiatorios", como muchas veces dicen los políticos y los periodistas y medios del sistema "para limpiar a la institución". Es un problema estructural. La única manera de terminar con estos supuestos "excesos" sistemáticos es acabar y destruir a estas instituciones represivas, que son enemigas de la mayoría de la población.

Franco Reed

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